¡Gracias por cuidarnos tanto, señora Gobierno!

¡Gracias por cuidarnos tanto, señora Gobierno!

De Primera

Arabela García

Libertad de expresión bajo supervisión: el gobierno solo quiere que hablemos bonito (y de él)

Nuevo superpoder presidencial: apaga redes sociales con solo un berrinche

COLUMNA DE OPINION

Qué reconfortante es vivir en un país donde el gobierno está tan preocupado por nosotros, que ahora quiere censurar las redes sociales… por nuestro bien. ¡Gracias, de verdad! Uno ya no tiene que preocuparse por pensar, investigar o decidir qué leer. El Ejecutivo lo hará por nosotros.

La nueva Ley de Telecomunicaciones, tan generosa y visionaria, propone darle al gobierno el superpoder de bloquear plataformas digitales cuando lo considere necesario. ¿Que alguien en Twitter critica al presidente? Bloqueado. ¿Que un video en YouTube muestra corrupción? Censurado. ¿Que una periodista hace una pregunta incómoda? Desaparecida (la publicación, claro… o a veces no solo eso).

Y todo esto, nos dicen, es por el “interés nacional”. Porque nada amenaza más la seguridad del país que un ciudadano informado. Qué bonito es saber que el gobierno quiere protegernos del peligroso virus de la libertad de expresión. No vaya a ser que empecemos a pensar por cuenta propia, ¿no?

Claro que hay quienes se atreven a cuestionar esta noble causa. La ONU, por ejemplo, tuvo el atrevimiento de decirle al Senado que esto va en contra de los derechos humanos. ¿Cómo se atreven? ¿Qué saben ellos de gobernar un país como México, donde el mejor método de diálogo es el garrote digital? Y ni hablar de Artículo 19, esa organización que insiste en que el Estado no debería tener la llave maestra para callar voces. ¡Qué falta de fe en el autoritarismo benevolente!

Vamos, seamos justos: ¿para qué queremos plataformas libres si podemos tener una bonita versión filtrada de la realidad? Mucho mejor vivir tranquilos, en una burbuja de propaganda, donde todos los problemas se borran con un decreto y el único discurso permitido es el oficial. Como en los mejores tiempos… de los peores regímenes.

Porque seamos honestos: si el gobierno no tuviera tanto que ocultar, ¿por qué tendría tanto miedo a la verdad? La censura no es protección, es confesión. Es admitir que no puedes debatir con argumentos, así que prefieres apagar el micrófono.

Así que gracias, señor Gobierno, por protegernos de nosotros mismos. Gracias por recordarnos que, en su idea de democracia, la libertad solo es válida si no molesta. Y, sobre todo, gracias por enseñarnos que sí, todavía es posible disfrazar la censura de “política pública”.

Solo una pregunta final:
¿Van a bloquear esta columna también… o ya estamos en la lista?

La dictadura digital ya no es una distopía: en México, está tocando la puerta del Senado, vestida con traje de “Ley de Telecomunicaciones”. Lo advirtió la ONU. Lo gritó Artículo 19. Pero muchos senadores fingen demencia mientras el gobierno afila la mordaza.

¿Y cuál es la propuesta? Otorgar al Poder Ejecutivo —sí, al mismo que insulta periodistas en cadena nacional y llama “enemigos del pueblo” a los medios críticos— el poder de bloquear plataformas digitales. Así de claro. ¿No te gusta lo que alguien dice en TikTok, Twitter o YouTube? Apágalos. ¿Te incomoda la crítica en redes? Censúrala. ¿Periodistas revelan corrupción? Silencio total. Eso es lo que quieren.

Nos quieren callados, obedientes, ciegos. Nos quieren dóciles, aplaudiendo las mentiras oficiales mientras nos arrancan el derecho más sagrado en cualquier democracia: decir lo que pensamos. Esta ley no es una herramienta técnica. Es un arma política.

Si esto pasa, México se unirá oficialmente al club de países que controlan internet como una dictadura controla la prensa. ¿Te suena Rusia? ¿Te suena China? Pues ahí vamos, sonrientes, con senadores dispuestos a traicionar la Constitución por órdenes de arriba.

No se equivoquen: esto no es proteger al país, es proteger al poder. Y cuando un gobierno quiere controlar la narrativa, lo siguiente es controlar la conciencia. Hoy son las redes, mañana serán tus ideas.

El Senado tiene una última oportunidad para demostrar que no es un comité de obediencia presidencial. Si aprueban esta monstruosidad, serán recordados como los verdugos de la libertad de expresión en México. No hay medias tintas.

SUGERENCIAS Y COMETARIOS arabelagarcia01@hotmail.com

editor

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