Gastón Monge
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Desde hace 40 años Manuela Andrade sigue fiel a una tradición que sus padres le inculcaron cuando tenía 9 años, y que ahora con precisión artesanal elabora al darle forma de piñata a decenas de personajes que solicitan sus fieles compradores.
Inició su trabajo de elaborar piñatas con las ramas de un mezquite tierno, con cuyas varas hizo unas pequeñas piñatas de las tradicionales ‘estrellas’, las que comenzó a vender con los traileros que pasaban por la avenida México rumbo la puente uno, único cruce hacia Laredo, Texas en ese tiempo.
Comenta que ellos fueron sus primeros compradores, ya que el lugar donde está su negocio era el único en el rumbo; todo eran baldíos, “y así fue como yo empecé a vender mis piñatas, ya que pasaban los traileros y me las compraban”, recuerda con nostalgia aquellos tiempos en donde no había competencia porque pocos las sabían elaborar.
Así, desde hace 40 años, Manuela se convirtió en artesana al elaborar estas vistosas piñatas de personajes de cuentos. Las hay de Micky, el Pato Donald, Shrek, figuras de botellas, sirenitas, pasteles, marranitos, burritos, caballos, personajes de Toy Story, y un sinfín de figuras, algunas que solo existen en la imaginación de Manuela y de sus 9 hijos, quienes le ayudan en la elaboración de este complejo trabajo ya artesanal de hacer piñatas.
“Antes me costaban mucho trabajo hacer las piñatas, pero ahora las hago con solo ver los dibujos, y me salen muy bien”, dice con orgullo tras señalar algunas de sus obras en el interior del pequeño taller, que a la vez es su hogar.
Está ubicado en un estratégico lugar; Bravo y César López de Lara, en la ruta hacia Laredo, Texas, por lo que no ver sus piñatas es casi imposible, ya que el colorido, el tamaño y los personajes hechos a la perfección, llaman la atención a turistas y a locales.
Muchas de sus piñatas son por entrego en esta temporada, y hace una por día, por lo que entre 10 y 15 piñatas lucen colgadas a lo largo de 30 metros, sobre un reducida banqueta de concreto que sirve para colgar y exhibirlas.
Amor a primera vista
El amor de Manuela por las piñatas le nació desde el momento en que un tío suyo le enseñó cómo hacerlas: “Aprendí con mi tío y desde entonces seguí con la tradición, porque me gusta hacer piñatas y las hago con solo mirar un dibujo”.
Cuando inició solo los traileros le compraban, pero después llegaron personas de Texas y le hicieron pedidos grande, con lo que creció el negocio, y las figuras le salían de la cabeza o con otros dibujos.
El negocio le dio para educar a sus hijos y para viviré aunque fuera de manera modesta y para comer, en esta temporada por pedido inmediato hace una piñata al día, pero cuando ya está el armazón listos, salen más rápido y salen 10.
Las hay de todos tamaños, desde un pequeño Santa Claus de 700 pesos, pasando por las de 100. 150, 180, hasta llegar a las más caras que pueden ser de 450 pesos, pero la de mayor demanda son las más chicas y las de esta temporada, aunque personajes clásicos como Batman, el Hombre Araña y otros, nunca pasan de moda.
Pero cuando no son de temporada las ventas bajan, aunque siempre tienen el material para su elaboración, el que consiguen en las partes altas del río Bravo, donde abunda el carrizo.
En el interior de su pequeño taller suman cerca de 100 piñatas de todos tamaños y colores, pero combinadas con el resto de los artesanos que venden en cerca, se aprecia un arcoíris de múltiples colores que le da a esta transitada calle, un aspecto de alegría, color y fiesta.