La tensión no disminuye entre Moscú y Kiev tras el incidente en el mar de Azov. Mientras Kiev habla de una amenaza de “guerra total”, Putin sube el tono. Según Arnaud Dubien, director del Observatorio franco-ruso, no es hora del “optimismo”.
Sube el tono entre Rusia y Ucrania tras la captura de tres navíos ucranianos por los guardacostas rusos el 25 de noviembre en el estrecho de Kerch, que separa el mar de Azov y el mar Negro.
Mientras que París y Berlín tratan de aplacar las tensiones, el martes 27 de noviembre, el presidente ruso Vladímir Putin advirtió a Kiev contra todo acto “irreflexivo”. El presidente ucraniano Petró Porochenko evocó, por su parte, la “amenaza de una guerra total” con Rusia que, según él, “aumentó drásticamente” su presencia militar en la frontera.
Por su lado, Donald Trump amenazó con anular su encuentro bilateral previsto con Vladímir Putin al margen del G20 en Argentina. “No me gusta esta agresión. No quiero agresiones”, insistió el presidente estadounidense, con frecuencia acusado de ser demasiado conciliador con Moscú.
El lunes en la noche, el Parlamento ucraniano aprobó la instauración de la ley marcial con una vigencia de 30 días en las zonas más vulnerables a una ofensiva rusa. Como respuesta, Moscú acusó a Kiev de echarle leña al fuego.
Se trata de la primera confrontación entre Moscú y Kiev desde la anexión de la península ucraniana de Crimea por Rusia en 2014 y del estallido de un conflicto armado en el este de Ucrania entre fuerzas ucranianas y separatistas prorusos, que ha dejado más de 10.000 muertos y cerca de 1.7 millones de desplazados en cuatro años.
El director del Observatorio franco-ruso, Arnaud Dubien, investigador asociado del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris), desentraña para France 24 este nuevo episodio de la crisis abierta entre Moscú y Kiev.
France 24: No es de sorprenderse que Rusia esté siendo señalada en este incidente naval. ¿Tenía el Kremlin algún interés, diplomático o estratégico, al arriesgarse a provocar semejante crisis?
Arnaud Dubien: Hoy en día Rusia no tiene ningún interés a nivel político en aumentar las tensiones con Ucrania porque esto la expondría a nuevas sanciones. De hecho Austria, encargada de la presidencia de turno de la UE, no excluyó, el martes, la posibilidad de tomar nuevas medidas europeas contra Moscú.
En teoría, Rusia no tiene derecho a impedir el paso de los navíos ucranianos, ya sean civiles o militares, porque el mar de Azov es objeto de un tratado bilatateral desde 2003, en el cual estas reglas de navegación están especificadas. Sin embargo para los rusos, quienes estratégicamente ven reafirmarse su soberanía en las aguas que rodean Crimea y en el estrecho de Krech, los navíos ucranianos, por un lado, no habían señalado sus movimientos, y por otro lado se encontraban en aguas territoriales rusas. Algo que Ucrania no acepta por razones evidentes, ya que esto supondría para Kiev reconocer la anexión de Crimea.
En este asunto, Rusia queda en efecto como el agresor y fue señalado así por varios países como Estados Unidos. Falta saber si realmente es el autor del incidente. Sí y no, porque habría podido dejar pasar los navíos ucranianos. ¿Pero era arbitraria la trayectoria que escogió el lado ucraniano para que estos barcos transitaran? Ciertamente no.
Fracen 24: ¿Esto presupone que Kiev tenía, por su lado, intereses por una crisis así?
A.D.: Por su lado, los ucranianos tienen interés en que ocurran este tipo de incidentes, con la condición de que no se degeneren demasiado, porque esto les permite volver a situar el problema de Crimea en el centro de la escena occidental, mientras que ya se trata de una asunto pasado en cuanto a pérdidas y ganancias diplomáticas.
Incluso aunque los occidentales no reconozcan jamás la pertenencia de Crimea a Rusia, solo queda concluir que este asunto debe quedar cerrado diplomáticamente. De hecho es diferente de las negociaciones sobre el Donbass, en el este separatista de Ucrania, porque el proceso de Minsk no es sobre Crimea.
Es también un medio que tiene el poder en Kiev para volver a movilizar al electorado ucraniano mientras que el país entra en campaña electoral, con unas presidenciales previstas para finales de marzo 2019 y unas legislativas en otoño.
El presidente saliente, Petró Porochenko, que cuenta con puntajes bajos en las encuestas y que sin embargo tiene la intención de ser reelegido, le envía un mensaje de tono nacionalista a sus votantes, a quienes da a entender que no aceptará la pérdida de Crimea.
France 24: ¿Con esta nueva crisis no se corre el riesgo de complicar aún más el expediente ucraniano?
A.D.: A corto plazo no hay lugar para el optimismo en las relaciones bilaterales en general, y sobre todo nadie esperaba algún signo positivo en el asunto de Donbass. Por el contrario, pienso que debemos esperar fuertes turbulencias, al menos hasta el final del ciclo electoral ucraniano en 2019. Y sin embargo, no es seguro que eso se arregle sobre la marcha porque hay otro asunto bilateral que se anuncia muy tenso para finales de 2019. Se trata del contrato decenal de tránsito de gas ruso a través de Ucrania hacia la UE, que llega a su fin.
Los ucranianos exigirán precios superiores, mientras que los rusos querrán limitar los volúmenes porque pronto podrán beneficiarse del gasoducto Nord Stream 2. Este último debe duplicar las capacidades de envío entre Rusia y Alemania, bordeando Polonia y Ucrania. Se trata de un asunto mayor, porque les recuerdo que ya conocimos dos guerras de gas en el pasado…