–Makonda deja Angola para huir de la discriminación que asesina–
Gastón Monge
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Carlos Makonda Lusaki de 29 años, es originario de Angola, país del que salió el 22 de agosto debido a las amenazas de muerte de un grupo tribal que había asesinado a varios integrantes de su familia.
Salió con otros seis angoleños en un avión que hizo escala en Cuba, antes de salir a Ecuador, primer país de tránsito hacia Estados Unidos, su destino final.
Aunque su viaje fue diferente al de muchos que viajaron durante meses o semanas desde el continente africano, la historia de Makonda no es menos dramática, ya que comenta que en su país los asesinatos son a diario, y que la falta de trabajo obliga a muchos a abandonar sus tierras, y sus familias.
De Ecuador viajó en autobús hasta Colombia, y de allí en lancha hasta Panamá, en donde junto a sus amigos tuvo que atravesar selva, montañas y ríos a pie, “y fue una travesía muy peligrosa por los animales y la selva, porque si nos perdíamos podríamos morir”, explica en un español empírico que aprendió por obligación en los dos meses y medio que lleva en esta frontera.
Este trayecto de Colombia a panamá fue de dos largos días, y de allí a Costa Rica de donde viajó en lancha hasta Nicaragua y de allí a Honduras y a Guatemala, hasta Tapachula en donde estuvo preso 21 largos días, ya que de acuerdo al INM, su ingreso fue ilegal, por lo que fue castigado y encerrado en una celda.
Luego de obtener su libertad obtuvo un permiso temporal que le dio la opción de buscar asilo en México, o continuar su camino hacia Estados Unidos, pero antes llegó ya solo a la ciudad de México en un autobús en donde estuvo casi una semana, casi sin dinero y agotado por tanto peregrinar.
De la ciudad de México tomó otro autobús hacia esta frontera, adonde llegó el 15 de octubre, y desde ese día se encuentra en la Casa del Migrante AMAR, en donde espera pacientemente que le den el permiso para ingresar de manera legal a Estados Unidos.
“Quiero llegar a un lugar adecuado como California, en donde yo pueda trabajar en lo que sé”, explica emocionado, ya que estudió la carrera de diseño gráfico en una universidad de Angola, oficio que nunca pudo ejercer debido a los bajos salarios y a la extrema inseguridad que obliga a cerrar fuentes de trabajo.
Makonda trabajó en su país un tiempo, pero el salario no le alcanzaba para vivir, por lo que tuvo que salir en busca de mejores oportunidades, ya que además de ello, la discriminación racial es muy fuerte y ha generado episodios violentos contra algunas tribus, en lo que pareciera ser una guerra de castas.
Racismo y discriminación
Pobreza, guerras internas, asesinatos, persecución, discriminación racial, falta de trabajo y una economía decadente y muy dispareja, ha hecho que miles de angoleños salgan del país, ya que casi la mitad de la población vive con menos de 3 dólares al día.
Su idioma oficial es el portugués, aunque existen diversas lenguas y un idioma español que sin ser oficial, es hablado por miles, luego del establecimiento de las relaciones con Cuba en 1976, un año después de su independencia de Portugal.
Tal vez por ello Makonda en poco tiempo habla y entiende el español en esta ciudad, al igual que dos o tres de las 40 lenguas que se hablan en su país, lo que no impidió que pese a ello fuese víctima de discriminación y persecución racial.
Por hablar una de las muchas lenguas del Congo, el Lingala, de donde era su madre, es discriminado en Angola, y se le llama Langa, una expresión muy racista en su país.
Comenta que en una ocasión le rompieron un objeto de vidrio en la cabeza, y con el filo le cortaron el abdomen, en un acto de discriminación, por lo que fue internado en un hospital durante dos semanas, y desde ese momento decidió abandonar su país por motivos de discriminación de raza e idioma, ya que sufrió persecución racial al grado de quererlo asesinar en varias ocasiones.
Ahora que se encuentra en México, tiene plena confianza de que Estados Unidos le otorgue una visa humanitaria o asilo político, para poder trabajar en lo que sabe hacer, ya que además de haber estudiado diseño gráfico, sabe trabajar la electricidad muy bien.
“Yo buscaré trabajo para sobrevivir, porque ya no voy a regresar a mi país”, señala con tristeza.