De Primera
Arabela García
El Desmoronamiento del PRI: Una Renuncia que Habla de Realidades
La reciente renuncia de Alejandra Cárdenas Castillejos al PRI no es solo un acto personal; es un grito de desesperación de aquellos que ven cómo el partido que alguna vez defendió ideales y causas populares se ha convertido en una mera comparsa de intereses privados.
Con su salida, Cárdenas no solo deja atrás su historia en el tricolor, sino que también refleja la profunda crisis que vive un partido que se aleja de sus raíces para abrazar el pragmatismo político de Morena y sus aliados.
Cárdenas, quien se describió a sí misma como una mujer con “un gen tricolor”, dejó claro en su carta de renuncia que la ideología que la había guiado se ha diluido en un mar de oportunismo. Su afirmación de que el PRI se ha transformado en un “organismo comprometido con intereses de unos cuantos” es un eco de la realidad que muchos militantes sienten en sus entrañas.
La modificación de los estatutos por parte de Alejandro Moreno, permitiendo la reelección indefinida, es un reflejo de una dirigencia que prefiere aferrarse al poder a costa de la identidad del partido.
La decadencia del PRI es palpable en su actuación en el Senado, donde la escena del sorteo de juzgadores —realizada a través de una tómbola— simboliza no solo la falta de seriedad en la toma de decisiones, sino también la pérdida de relevancia y dignidad de un partido que alguna vez fue pilar de la política mexicana. La imagen de un PRI que asiste, casi como espectador, a las decisiones que marcan el rumbo del país, resalta su conversión en un apéndice de Morena, contribuyendo a la descomposición del sistema político.
La crítica a los políticos es válida, especialmente en un contexto donde muchos parecen más interesados en la “chamba” que en servir a la ciudadanía. La adicción al poder y a la impunidad parece ser la norma. En Matamoros, la falta de reconocimiento hacia los funcionarios de Morena evidencia la desconexión entre ellos y la realidad que vive la población. La política no es solo una cuestión de gestionar recursos, sino de conectar con las necesidades de la gente, algo que muchos de estos “nuevos” funcionarios parecen ignorar.
La falta de experiencia y visión de muchos regidores refuerza la sensación de que el cambio prometido ha sido un espejismo. Las consultas, presentadas como una vía para la participación ciudadana, han resultado en fiascos que solo demuestran el desprecio hacia la voz del pueblo. En un contexto donde los ciudadanos están cansados de mantener a “parásitos” que no rinden cuentas, la urgencia de un cambio real se vuelve innegable.
La renuncia de Ale Cárdenas es un símbolo de un ciclo que se cierra. La invitación es clara: los ciudadanos demandan políticos que no solo sean adeptos al poder, sino que realmente trabajen por el bienestar colectivo. El PRI, en su actual estado, parece estar condenado a ser un mero recuerdo de lo que fue, a menos que encuentre una forma de reavivar su esencia y reconectar con la ciudadanía. De lo contrario, la historia se repetirá y la frustración seguirá creciendo, dejando a todos con un sabor amargo de desilusión.
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