De Primera
Arabela García
Secretaría de Finanzas de Tamaulipas: Adriana Lozano Anuncia Planificación Presupuestaria con Enfoque en el Humanismo para 2025
En el torbellino de la política y el periodismo, una constante se repite: la defensa ciega e incondicional de lo indefendible. Cada vez que surgen revelaciones de corrupción, despilfarro o mala gestión, los defensores de lo indefendible se lanzan al ruedo con el mismo fervor, fabricando justificaciones que rayan en la insensatez. El pueblo, cada vez más informado, observa con desconfianza cómo los lisonjeros intentan tapar el sol con un dedo, defendiendo acciones que son evidentemente cuestionables.
La reciente declaración del alcalde electo de Matamoros, Alberto Granados Favila, sobre las irregularidades encontradas en el proceso de entrega-recepción, es un claro ejemplo de esta dinámica. Granados Favila alertó sobre la incorporación de nuevos trabajadores y aumentos salariales que, según él, están siendo analizados para determinar su legalidad. Este tipo de revelaciones no solo pone en evidencia la falta de transparencia, sino que también cuestiona la responsabilidad de quienes dejan el cargo. La situación se complica cuando, en vez de tomar medidas inmediatas, se opta por una investigación exhaustiva que puede terminar diluyéndose en el tiempo.
El comentario del alcalde electo revela una realidad que todos conocemos: la gestión pública está frecuentemente salpicada de decisiones cuestionables y prácticas dudosas. Sabemos dónde está el dinero y cómo se distribuye, y no es necesario ser un detective para darse cuenta de que muchos procesos se manejan de manera opaca. La ciudadanía ha adquirido una capacidad crítica que va más allá de los informes oficiales. No es necesario ser un experto para reconocer que los medios de comunicación, en lugar de recibir una verdadera cobertura informativa, a menudo se ven atrapados en un círculo vicioso de compra de espacio y publicidad que distorsiona la realidad.
En este contexto, el trabajo de los periodistas se convierte en un campo de batalla entre la verdad y la conveniencia. Los medios de comunicación deberían ser el bastión de la transparencia y la crítica constructiva, pero la realidad es que a menudo terminan alineándose con los intereses de aquellos que financian sus operaciones. En lugar de defender lo indefendible, los periodistas deberían enfocarse en revelar las verdaderas dimensiones de los problemas, sin temor a las represalias o a las presiones externas.
Por otro lado, la reciente noticia sobre la preparación de los programas presupuestarios para el Proyecto de Egresos 2025 por parte de la Secretaría de Finanzas de Tamaulipas, liderada por Adriana Lozano, también arroja luz sobre una realidad inquietante. La promesa de una planificación presupuestaria basada en el humanismo y la consulta con diversas dependencias del estado es un paso en la dirección correcta, pero la historia muestra que estas iniciativas suelen ser simples formalidades. La verdadera pregunta es si estas reuniones y consultas llevarán a una distribución justa y efectiva de los recursos o si se convertirán en otro capítulo de promesas incumplidas.
En resumen, la defensa de lo indefendible por parte de los lisonjeros y la falta de transparencia en la gestión pública son síntomas de un sistema que necesita una reforma profunda. La ciudadanía está cada vez más consciente de las irregularidades y las manipulaciones, y es responsabilidad de los medios y de las nuevas administraciones hacer frente a estas realidades con honestidad y compromiso. Solo así se podrá construir una administración pública que realmente responda a las necesidades de la gente y no a los intereses de unos pocos.
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