Morena arrasó en todo
-Ya es una dictadura constitucional
-Y usa su fuerza sin escuchar a nadie
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Raúl Hernández Moreno
30-diciembre-2024
El 2024 fue un año histórico, con situaciones inéditas.
Fue el año en que Morena se consolidó al ganar por segunda ocasión consecutiva la presidencia de la república, postulando a una mujer, la primera presidenta en la historia nacional.
No solo Claudia Sheinbaum ganó, sino que además lo hizo de manera arrolladora, con casi 36 millones de votos. Concretamente, 35 millones 924 mil 519 votos, 5.8 millones más que su predecesor y padrino, Andrés Manuel López Obrador.
Claudia arrastró consigo a los candidatos de Morena, que se llevaron siete de las nueve gubernaturas en disputa, 83 de los 128 senadores y 364 de los 500 diputados federales.
Actualmente, Morena gobierna 24 estados, el PAN cuatro, el PRI 2 y el MC 2.
Si bien Morena se quedó a tres senadores de obtener la mayoría calificada, antes de entrar en funciones la legislatura, dos senadores renunciaron al PRD y se sumaron al partido oficial y ya en funciones, un senador del PAN votó al lado de los morenos. De esta forma, Morena tiene mayoría en ambas cámaras y es una dictadura constitucional que ha hecho uso de ese poder para hacer múltiples cambios a la Constitución y desaparecer organismos autónomos, sin escuchar a la oposición, ni a la sociedad, ni a la prensa, ni a los Estados Unidos, ni a nadie. De esta manera México dio un salto al pasado, a los tiempos de la dictadura perfecta del PRI, que controlaba a los tres poderes legales.
En el 2024, todo el país se pintó de guinda y Tamaulipas no fue la excepción. Los tamaulipecos contribuyeron con más de un millón de votos al contundente triunfo de Claudia Sheinbaum, imponiendo un récord al ser la candidata más votada en la entidad.
Pero si todo era color de rosa y miel sobre hojuelas para Morena, en noviembre Donald Trump ganó la elección de presidente de los Estados Unidos y desde entonces el futuro mandatario se ha convertido en una pesadilla para el gobierno mexicano.
Trump amenazó con imponer aranceles del 25 por ciento a las exportaciones mexicanas si el país azteca no combate el tráfico de fentanilo, a los cárteles de la droga y si no para la migración. Además, quiere que México frene las importaciones de China.
La presidenta ha contestado a los señalamientos de Trump con una bravura que no coincide con la práctica. En principio respondió que México aplicaría la política de ojo por ojo y diente por diente: si Estados Unidos imponía el 25 por ciento de aranceles a los productos mexicanos, el gobierno mexicano haría lo propio a las importaciones estadounidenses.
Luego el gobierno mexicano inició el decomiso de productos chinos e impuso aranceles del 35 por ciento a los textiles provenientes de ese país.
Trump va a utilizar la fuerza de Estados Unidos para negociar con México el combate al narco y el de los migrantes y México tiene que ser inteligente para ceder en unos temas a cambio de beneficios en otros.
No es con bravatas como se debe negociar con Estados Unidos ni con el discurso de la izquierda mexicana que propone cambiar de socio comercial y en vez del país del norte optar por China y Rusia, que están gozosos de vender, vender y vender a México, sin comprar nada.
Hoy como nunca cobra vigencia aquella vieja frase que se le atribuye a don Porfirio Díaz: México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
Y es que el dictador prefería negociar con Francia e Inglaterra, que entonces eran los países más poderosos.
En Israel los judíos utilizan la frase de “tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos”.