Tiempo de Opinar
Raúl Hernández
Sabía los pasos de García Luna
-Nunca lo frenó, hoy se dice inocente
-Ex diputada renuncia al PRI
-Ramiro y Saúl, con valores y leales
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
17-octubre-2024
Qué bueno que el gobierno de los Estados Unidos juzgó y sentenció a 38 años de cárcel a Genaro García Luna, por haberse coludido con el crimen organizado durante los seis años que fue secretario de Seguridad Pública de México.
Lo ideal es que lo hubiese detenido el gobierno mexicano, pero eso es imposible. Si en el sexenio pasado, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, festejó el enjuiciamiento de García Luna, fue porque estaba consciente que en México era imposible hacerlo. Los grandes capos, tanto del crimen organizado como los de cuello blanco, son intocables, gozan de impunidad. Se les puede exhibir mediáticamente, pero no pasa de ahí. No se les sienta en el banquillo de los acusados. A los pocos que se procesa, se les recluye en un hospital, donde se les permite recibir visitas a toda hora y luego de algunos años se les exonera. Y lo más importante, no se les incautan sus fortunas.
No es casual que en el vecino país se haya llevado a juicio a Ismael El Mayo Zambada, a Rubén Oseguera González El Menchito, a Ovidio El Ratón Guzmán, a Néstor Isidro Pérez El Nini y a muchos más.
Con la sentencia de García Luna, el ex presidente Felipe Calderón salió a decir que no se enteró de los nexos de su ex secretario y amigo. Nadie le cree, todo mundo está convencido que sí sabía y aquí la gran pregunta es porque no se le enjuicia. En su momento López Obrador declaró que vivimos en un narco estado durante el calderonato, pero no se atrevió a presentar una denuncia formal ante la Fiscalía General de la República, para que investigara y deslindara responsabilidades.
Calderón merece ser enjuiciado por permitirle a García Luna coludirse con el crimen organizado, pero el gobierno mexicano nunca lo llevará a juicio. Esperemos que lo hagan los Estados Unidos.
En el sexenio de José López Portillo, el jefe de la policía en el Distrito Federal era el bandido de Arturo El Negro Durazo, que puso bajo cuota a policías y agentes de tránsito. Actuó de manera cínica, pero con el cambio de sexenio su mundo de fantasía se derrumbó porque Miguel de la Madrid ordenó que se le procesara.
Por otra parte, la ex diputada local Alejandra Cárdenas Castillejos renunció a su militancia del PRI y en una carta pública denunció el que tricolor perdió su esencia, alejándose de las causas sociales.
Está renuncia se presenta cuando el PRI es un muerto insepulto y cada día se reduce su militancia. Cárdenas sabe que en el PRI no hay presente y mucho menos futuro.
Ahora lo que pega es Morena, que además abre sus brazos a todo aquel que quiera afiliarse, no importa su pasado partidista. No decimos que esté bien o mal, es simplemente una realidad. Ahí está el caso de Miguel Ángel Yunes.
El PRI cada vez está más sólo. Y desde lejos, es difícil entender la terquedad de los que se mantienen activos en el partido, a pesar de que no hay futuro. Ahí están los casos de Ramiro Ramos y Saúl Gutiérrez Soto. Siempre están listos para justificar y defender a su partido. No les importa que se les nieguen oportunidades para participar en campañas, que realmente les hacen un favor, porque representar al PRI en una elección en las circunstancias actuales es estar condenado a perder. En fin, tienen principios y son leales, valores que la gran mayoría de los políticos no tienen idea qué son.